‘KILLING EVE’: UNA SERIE PARA DOMINARLAS A TODAS


Por Leonardo L. Tavani
Calificación: Excelente ★★★★★

Killing Eve (ídem) Reino Unido, 2018.
Serie de BBC y Amazon Prime. 1ª Temporada de 8 episodios
de 42 min c/u.  Basada en la saga literaria de Luke Jennings Codename Villanelle y adaptada para la televisión por Phoebe Waller-Bridge

El M.I.5 es el servicio de inteligencia y seguridad interna británica, mientras que el célebre M.I.6 es el departamento de inteligencia exterior, famoso en todo el mundo por el personaje de Ian Fleming, James Bond, agente 007 al Servicio Secreto de Su Majestad. Los tiempos y las políticas cambian, por cierto, pero en los vericuetos del poder dichos servicios son aun tan necesarios como lo eran durante la Guerra Fría. Y eso mismo parece pasar en la magnífica ficción que nos propone la BBC en asociación con Amazon, la sorprendente e hipnótica Killing Eve.

Eve es una analista del M.I.5, casada con un polaco nacionalizado británico, y aunque su trabajo pueda parecer excitante, lo cierto es que resulta aburrido y rutinario, más bien una labor de escritorio que una romántica cruzada contra imaginarias organizaciones tipo ‘Spectre’. Un sábado por la mañana, luego de festejarle el cumpleaños a Bill, su amigo, compañero y viejo espía refugiado en la repartición, Eve es convocada a una reunión de emergencia. Sorprende a todos la presencia de Carolyn Martens, veterana agente del M.I.6 a cargo de la sección rusa, todo un mito en su área. Un político ruso muy mediático ha sido asesinado en Viena de una manera muy peculiar, y su muerte parece relacionarse con otros recientes asesinatos. Eve Polastri, demostrando un sorprendente poder de penetración, deduce de inmediato que el sicario es una mujer. Está en lo cierto. Desde allí en más, y convocada por Martens para conformar un equipo externo de trabajo, Eve pasará de ser una aburrida burócrata de inteligencia interior a moverse en el ámbito propio de los espías internacionales. Cada una de sus intuiciones resultará correcta, y entre ella y la asesina —siempre a la distancia, claro está— se librará una guerra fría tipo “gato caza al ratón”, aunque por momentos no se sepa a ciencia cierta cuál de ellas sea la cazada o la cazadora.

La premisa que acabamos de contar, empero, no es más que un disparador mínimo en esta trama plagada de giros sorpresivos, enmarañadas vueltas de tuerca y personajes fascinantes. Killing Eve cuenta con un argumento de espionaje old fashioned aderezado con los más modernos ingredientes posmodernos, en una mixtura que jamás resulta artificial ni banal. Eve descubrirá pronto que la sicario viene trabajando hace rato y que es una genuina arma letal viviente, una máquina de asesinar tan aceitada como eficiente; solo que no actúa pagada por diferentes contratistas, sino estrictamente a las órdenes de una enigmática asociación denominada ‘Los 12’. Villanelle, que así se hace llamar, es una psicópata totalmente amoral y desconectada de cualquier emoción, cuyo único goce genuino consiste en mirar a sus víctimas a los ojos y ver en ellos cómo se les escapa la vida. Aunque ha tenido sexo con hombres, sus auténticas preferencias están con las mujeres, y no será un acierto menor de Killing Eve que la trama la lleve a obsesionarse eróticamente con su perseguidora, con la que se divertirá perversamente rodeándola de misteriosos obsequios y hasta una siniestra visita. Claro que del otro lado existirá idéntica fascinación, y una que desmoronará por completo tanto vida afectiva como marital. La serie, precisamente, arranca con Villanelle en un coqueto restó vienés, cuando aun no sabemos quién es, a la que vemos saborear un helado mientras observa detenidamente a una niña que está abocada a la misma degustación. A un lado del mostrador, el camarero le sonríe a la pequeña con infantil complicidad, recibiendo a cambio una amplia y franca sonrisa de ella. Pero cada vez que la chiquilla ve a Villanelle su rostro adquiere un tono sombrío y todo rastro de alegría se esfuma de él por completo. La mirada de la mujer va del camarero a la niña y su odio crece exponencialmente a medida que observa la natural complicidad entre ellos, la que ella no logra replicar. Luego de varios minutos de una muda pulseada, la asesina obtiene —por fin— una risita de la pequeña. Entonces, triunfante, se pone de pie, avanza hasta la salida con una expresión beatífica en su rostro, y al pasar al lado de la nena ejecuta un ademán velozmente felino y le arroja el helado encima. La cámara obtiene un close-up de su rostro y así podemos ver el más absoluto rictus de placer y maligna satisfacción que pueda imaginarse. Así de perfecta es la realización de esta miniserie, y así de cinematográfica es su ejecución, tanto que resulta un festín permanente para el espectador, el que a lo largo de sus escasos 8 episodios de apenas 41 minutos se ve gratamente abrumado por una historia fascinante, brillante y trepidante, tan original como hipnótica.

Killing Eve tiene más de un punto de contacto con otra serie de la misma factoría, Dirk Gently’s Holistic Detective Agency (la que ya hemos reseñado aquí), fundamentalmente por el soberbio despliegue de imaginación y creatividad puesto al servicio de un argumento inusual y disruptivo, que es precisamente lo que destaca a ambas. El producto que nos ocupa ahora hace gala de un ingenio endiablado, que aparece ante el espectador como siempre original, incluso cuando pueda —en ocasiones— presentar elementos aparentemente familiares para todos. Pero hay una retorcida creatividad en Killing Eve, una perversa pasión por manipular al público, que la torna impredecible y fresca, atrapante y anonadante a la vez. Nos resulta difícil trasladar al papel (‘virtual’, se entiende) todos los aciertos de este producto impactante, quizás más que en cualquier otra ocasión hasta ahora, puesto que su retorcida y a la vez diáfana trama, su soberbia dirección, sus actuaciones tan sobresalientes que están fuera de escala, en fin, toda su maravillosa factura, hace que la única manera de entenderla sea viéndola. Y verla es amarla, pueden creerlo. Uno de los mejores ejemplos de lo que decimos se halla en el episodio 3, en el que al cabo de un clima cuasi humorístico, con el que se nos permite acercarnos inteligentemente al universo personal de las dos partes en conflicto, se produce una ruptura tanto climática como argumental y se asiste de pronto a una cacería del mejor género de espionaje, la que culmina con un electrizante giro que trastoca el papel de ‘perseguidor/perseguido’ y deja un sabor amargamente trágico en el televidente. Resulta apenas uno de esos momentos de beatífica perfección que Killing Eve regala a granel, dejando a sus competidoras a muy lejana distancia.

Los rubros técnicos de este mini-serie lucen sencillamente perfectos, tanto que ni vale la pena destacarlos —es mejor disfrutarlos—, pero los que sí ameritan un apartado de lujo son sus intérpretes, un conjunto compacto de actores y actrices que son un verdadero ‘dream team’. Claro que el absoluto destaque les corresponde a sus cuatro protagonistas excluyentes, la norteamericana Sandra Oh (Bajo el Sol de Toscana), perfecta en la piel de Eve Polastri, una mujer que a partir de la cacería de una homicida descubre sorprendentes cosas acerca de sí misma; la magnífica Fiona Shaw, quien nuevamente hace gala de su espectacular oficio en la piel de Carolyn Martens; David Haig, luciéndose como Bill, amigo de Eve y viejo espía en retiro activo, cuyas secuencias en Berlín quedarán para la antología del género; y por supuesto, la magnífica y sorprendente Jodie Comer, quien compone a una Villanelle de colección, un ser multiforme y enigmático, espeluznante y a la vez ‘querible’, palabra difícil de usar en una asesina tan despiadada como ella, pero es que tanto el script como su actuación nos la tornan de algún modo aceptable, quizás no lo suficiente para quererla cerca nuestro, pero sí como para no despegarle los ojos de encima. El futuro que esta actriz tiene por delante resulta inimaginable, ya que sin dudas —para ella— el cielo es el límite. En definitiva, en este momento histórico en que las series han tomado la delantera y le ganan por goleada al cine, pero en el que también —y por causa de su astronómica multiplicación y proliferación— pueden llegar a agotar y asfixiar al espectador que ya no tiene de dónde sacarle horas al sueño para ver todo, no estará de más aprender a elegir cuidadosamente qué vemos y cuanto tiempo le dedicamos, así que pueden confiar en nosotros y darle una chance a Killing Eve, la serie más inteligente, original, divertida y atrapante que se haya visto en mucho tiempo. Bienvenida sea.

Ahora, una apostilla en primera persona. Como autor de este blog, que en pocos días más cumplirá su primer año de vida, quiero saludar en este inicio de año primero a los cyberlectores —sean estos ocasionales o fieles— ya que sin ellos (sin ustedes) todo el esfuerzo puesto en cada artículo carece totalmente de sentido. Y en segundo lugar, aunque primero en mis afectos, le debo un gigantesco agradecimiento a dos de mis más fieles amigos. Al queridísimo M. Damián G., una de las personas más inteligentes y originales que conozco, quien literalmente me empujó para la apertura de este soñado espacio, y quien diseñó gráficamente —merced a su buen gusto y paciencia— el formato estético de este blog; además de proveerme de gran parte del material audiovisual necesario para poder hablar de ello. Y finalmente, last but not least, a mi compinche Roberto D. N., viejo pirata que ha tenido la generosidad y la paciencia de —casi cada sábado— literalmente ‘entregarme’ su P.C. para que yo pudiera descargar a voluntad la otra gran parte del material necesario para la existencia de “EL Cine Por Asalto”. Debo confesar que sus expresiones de resignado horror cada vez que le “infectaba” su disco duro con mis amadas comedias románticas, me causaron un perverso e insano placer. Si no me hecha a patadas luego de leer esto, nuestra amistad será indestructible. Para ambos, pues, mi mayor gratitud. Y para ustedes, mis lectores, nuevamente ¡¡¡Gracias!!! ¡Feliz Año 2019!     


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