por Leonardo L. Tavani
Era la última sobreviviente del Hollywood dorado, la “última
mohicana”, si prefieren. Verla en pantalla era amarla, sentirla cercana, absolutamente
real: era la chica de al lado, la mujer con la que podías soñar, nada que ver
con esas ‘starlets’ hipersexuadas e
inaccesibles que estaban a millones de kilómetros de nuestras vidas. Fue una
bailarina fantástica, una cantante de lujo y una actriz luminosa y dotada;
infravalorada por la crítica snob y la propia industria, la que sin embargo se
beneficiaba de los enormes ingresos por taquilla que generaba, ella logró lo
que —incluso hoy día— parece tan difícil e inaccesible para tantos artistas,
conquistar el corazón del público. El romance entre ella y nosotros tuvo
vaivenes, sin duda, y no es menos cierto que las últimas décadas la tenían un
tanto olvidada, pero algunos de nosotros no la dejaremos ir… No señor, de
ninguna manera. Nos hizo muy felices, y lo gritaremos a los cuatro vientos. Se
fue de gira eterna este lunes 13 de mayo, pero la magia del cine (y de la web,
por cierto) nos permite volver a ella siempre que queramos. Lo haremos una vez
más. ¡Te amamos Doris! ¡Gracias por la magia!