“LA BESTIA ESTELAR”: Doctor Who celebra su 60 aniversario recuperando toda la magia Perdida

Por Leonardo L. Tavani

Calificación: Muy Buena ★★★★

El sábado último regresó la mítica serie Doctor Who. Lo hizo con el primero de los tres episodios especiales que celebran los 60 años de historia de esta maravillosa saga de ciencia ficción, The Star Beast (La Bestia Estelar). Por cierto, al escribir “regresó” estoy queriendo decir mucho más de lo que indica el simple enunciado, ya que Doctor Who había sido “asesinada” por su último showrunner, el criminal Chris Chibnall, con la cómplice anuencia de BBC, por supuesto, cadena histórica que a contrapelo de su propia política descuidó uno de sus activos más señeros y amados. No les salió gratis, y amén de la progresiva pérdida de audiencia y la ya clásica y constante batalla del fandom en las redes, la compañía (que es estatal, pero con un inteligente sistema de asociaciones con capitales privados) comenzó a perder dinero con el envío. No podía durar, y luego de echar al anterior director de la cadena, se optó por un plan de renovación integral que incluyó —como no podía ser de otro modo— el relanzamiento con bombos y platillos de la serie estrella de la emisora. El hecho de que el a punto de fenecer año 2023 fuera el del sexagésimo aniversario del estreno de Doctor Who sirvió en bandeja el motivo del reboot. Si el especial del 50 aniversario, The Day of the Doctor (2013), había sido un evento de magnitudes bíblicas, estrenado además en cines y en 3-D, no podía esperarse menos de esta desesperada movida por resucitar la saga. Sería una serie de tres especiales protagonizados por la dupla más querida y añorada por todos, David Tennant y Catherine Tate, esta última de regreso en su entrañable rol de Donna Noble. Nada podía fallar, excepto que las últimas temporadas habían sido tan, pero tan desastrosas que muchos habíamos perdido la fe en la capacidad de la TARDIS por llevarnos de vuelta al universo de la imaginación. Así que sí, mucho podía fallar. No imaginan cuanto. ¿Y saben qué…? Pues…, nada falló. Okay, no será el nirvana de la serie, tampoco emulará los más electrizantes y dramáticos momentos que nos legara Steven  Moffat como guionista y showrunner, pero lo cierto es que The Star Beast nos devolvió al Doctor enterito y perfectamente reconocible. Al fin.

HONRAR LA VIDA SIGNIFICA CONDENAR A QUIENES LA DESTRUYEN

Por Leonardo Luis Tavani      

    Existen únicamente dos bandos, el de la JUSTICIA y el de los HIJOS DE PUTA. Esta mañana del domingo 15 de octubre de 2023, mientras escribo esto, esa división queda definitivamente consagrada. Hace ocho luctuosos días que las bestias inmundas del grupo terrorista anti judío Hamas irrumpieron por aire y tierra en territorio israelí, masacrando de manera aterradora —antihumana— a bebés, niños, adolescentes, ancianos y a cuanto otro ser humano se les cruzó por el camino. Violaron mujeres, violaron cadáveres —a los que de inmediato hicieron desfilar por las calles de Gaza mientras los humillaban hasta lo indecible— y secuestraron civiles inocentes de cuyos destinos es dable perder toda esperanza. La cuestión es, por lo menos en la Argentina, que las víctimas de tanto horror son judías; judías israelíes, para ser más preciso, además de otros extranjeros residentes tanto temporales como permanentes. Y en nuestro país eso es un problema. Porque en los últimos veinticinco años GANARON LOS HIJOS DE RE MIL PUTAS.

            Los HIJOS DE RECONTRA MIL PUTAS odian a Israel y desprecian a cualquier judío que se les cruza. Siempre hay una excusa. La historia y la geopolítica son gelatina para ellos, porque así como lo hicieron con el pasado argentino, reescribiéndolo a placer e inventando héroes dónde en verdad había terroristas subversivos apátridas financiados desde la Cuba castrista, lo hacen ahora con la intrincada historia del conflicto árabe israelí, demonizando únicamente a una de sus partes, la que todos sabemos; la que todos conocemos. La progresía vernácula ve progromos, apartheid y genocidio dónde debería advertir las consecuencias geopolíticas del fanatismo étnico y religioso. Esta misma mañana, leyendo el artículo de John Carlin para el diario Clarín, me encontré con un periodista que respeto y que ha recorrido el mundo en conflicto dos veces y media, quien equivocadamente (quizás a causa de su profundo conocimiento directo del drama sudafricano previo a la asunción de Mandela) juzga la situación de Gaza como un tipo de apartheid. Lo repite varias veces en su nota, pero así como discrepo furiosamente con él acerca de esto, debo decir que Carlin se redime al menos de la hijaputez ‘argenta’ cuando afirma y reafirma a lo largo de todo el artículo que lo perpetrado por Hamas es una monstruosidad genocida. Él lee mal el origen del conflicto, pero cuando menos no duda ni titubea al llamar a las cosas por su nombre y defiende el derecho de Israel a protegerse. Si al menos, durante estos ocho terribles días, yo hubiera advertido esta misma postura en una parte de la opinión pública local, podría haber dormido tranquilo y habría dejado en paz a mis lectores. Pero no. No fue así. Marchas en pro de Palestina y los terroristas frente a la embajada porteña de Israel, dirigentes políticos echándole la culpa a las víctimas por haber supuestamente incitado tal odio asesino, candidatas a cargos públicos con la bandera palestina en sus solapas, etc., etc., etc. No hay dudas entonces. No hay vacilaciones posibles. La misma tragedia que nos ha llevado a una pauperización socio cultural sin parangón histórico, esa que conduce a celebrar a aquellos que se enriquecieron obscenamente con nuestro esfuerzo a cambio de migajas y prebendas, esa que ha trastocado profundamente los valores más íntimos de nuestra sociedad, es la tragedia —repito— que ha delimitado definitivamente a nuestra nación creando dos bandos irreconciliables: el de los hombres y mujeres de bien que aún quedan en esta patria, y el de los MAL PARIDOS HIJOS DE PUTA.

            Los HIJOS DE RECONTRA MIL PUTAS, o sea, los MALPARIDOS, se alegraron con los aberrantes asesinatos en masa del pasado sábado siete de octubre en Israel. Lo gritan a los cuatro vientos y lo justifican de múltiples y variopintas maneras. El resto, los que entendemos de qué lado de la vida hay que estar, solo podemos llorar en silencio y desear la paz eterna para los asesinados y algo de consuelo para sus familiares y deudos. Los que no ponemos EXCUSAS PUERILES para justificar el horror asesino, decimos en voz alta, pero muy alta:

¡PAZ Y CONSUELO PARA EL PUEBLO DE ISRAEL!

¡PAZ, CONSUELO Y RESPETO PARA TODOS LOS JUDÍOS DEL MUNDO!

 

“INDIANA JONES Y EL DIAL DEL DESTINO”: La peor Despedida para un Personaje Legendario

Por Leonardo L. Tavani

Calificación: MALA

    Decadencia”. Esta es la palabra que se repite en mi mente cada vez que pienso en la vomitiva, atroz, espantosa y nauseabunda experiencia que implica padecer las dos horas y media de ese esperpento disfrazado de película titulado Indiana Jones y el Dial del Destino. Decadencia en todos los sentidos posibles y en todas las direcciones que se quieran tomar. Decadencia de la cultura general (vean si no cómo la elogian millares de usuarios de las redes y demás yerbas, así como numerosos críticos que parecen más hábiles a la hora de hablar sobre ‘running’ que acerca de cine…), decadencia de la otrora más poderosa industria cinematográfica (hoy un páramo yermo), decadencia de los propios miembros de dicha industria (si esto es lo que queda de James Mangold, del hombre que alguna vez dirigió Copland, e incluso Logan, pues mejor ahogarse en alcohol), decadencia de las grandes corporaciones y de los estudios que controlan (antes, como brillantemente mostró The Offer, también mandaba el dinero, pero hasta los tiburones de las finanzas se dejaban seducir por una idea y le daban luz verde a proyectos como El Padrino), decadencia —física y por qué no moral— de los últimos exponentes del antes llamado “star system” (¿cómo definir, si no, la decisión egoísta e insensata de Harrison Ford, permitiendo así que este esperpento exista? ¿Acaso necesitaba más dinero para comprarse una mesita de luz de mármol de Carrara?), decadencia de todo el gremio de guionistas —y de las universidades y los docentes que allí enseñan tal arte, hoy definitivamente perdido— quienes no pueden darle sentido ni contexto a una historia sin evidenciar que sus encéfalos están por debajo, evolutivamente, del de los asnos y los babuinos. Y por último, decadencia de todos nosotros, los mayores de 50 años que vimos estas joyas del cine en plena adolescencia y que así y todo, plenamente conscientes de que nos van a ofrecer estiércol, les obsequiamos nuestro laboriosamente ganado dinero a estos tránsfugas yendo a una sala de cine. O a una caja de zapatos XL, mejor dicho, ya que hasta eso nos han quitado: cuando pienso que vi Indiana Jones y el Templo de la Perdición en el viejo, original y maravilloso cine Gran Rocha, de la ciudad de La Plata, que tenía una pantalla gigantesca, un audio espléndido y una arquitectura portentosa, no puedo menos que aceptar que sí, que todo tiempo pasado fue irremisiblemente mejor.

"Quiero Bailar Con Alguien": Una mediocre y decepcionante aproximación a la vida de Whitney Houston

Por Leonardo L. Tavani

Calificación: REGULAR ★★

    Parece una ironía que este extenso período de casi cinco meses sin actividad en el blog (debido a una crisis de salud de un ser querido, concluida de la peor manera) se haya abierto con la crítica a una biopic, y que finalmente se cierre con otra (más allá del formato que las separa, dado que una fue una miniserie y la que nos ocupa una película en toda regla). Lo cierto es que Angelyne resultó una grata sorpresa, una feliz vuelta de tuerca a un género gastado y habitualmente complaciente, mientras que Quiero Bailar con Alguien (Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody, 2022) es una anodina y soporífera muestra de cómo instrumentalizar las tragedias personales de los artistas para seguir vendiendo y explotando aquello que bien hicieron en vida. Veamos.

“LA BESTIA ESTELAR”: Doctor Who celebra su 60 aniversario recuperando toda la magia Perdida

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