Hoy: Los Vengadores (The Avengers)
Inglaterra, ABC:
1961-’69.-
Por Leonardo L. Tavani
Prosiguiendo con la nueva etapa de
nuestro blog, en esta ocasión inauguramos una nueva sección que esperamos les
guste: “Historias en Serie: Las Series que Hicieron Historia”. Y nada
mejor que acudir al rescate del más maravilloso recuerdo de nuestra infancia,
el de la serie que definió una época —la década de los ‘60s— y creó un estilo
inconfundible. Casi sin discusión, la mejor serie británica de la historia, y
la que más ha influido en la cultura pop de su tiempo. Sean bienvenidos al
fascinante mundo de Los Vengadores: o “de cuando el espionaje era puro glamur y
sofisticación”. Pasen y vean.
1960. La década dorada acaba de
iniciar. Sydney Newman, el veterano productor inglés, está a cargo del
departamento artístico de la ABC, televisora privada que —en cuestión de
semanas— habrá de perder a uno de sus
shows más emblemáticos, Police Surgeon. Su estrella, Ian
Hendry, se queja de la calidad de los guiones y de las limitaciones de
producción. Actor popularísimo entonces, desea dar el salto a la gran pantalla
y busca excusas para dar de baja su contrato. Una inesperada huelga de escritores
pone en riesgo la continuidad de la serie justo cuando se acerca el fin de año.
La empresa opta por dar un giro de timón y, a cambio de un contrato más jugoso,
le ofrece una nueva serie a estrenarse en enero de 1961. Newman será el
showrunner y —haciendo honor a su fama de productor expeditivo— concibe la idea
y convoca al equipo de productores en cuestión de días. Aun no sabe muy bien de
qué tratará el show, pero ya tiene el título: The Avengers. Años
después, para la BBC, hará lo mismo con su inmortal creación, Doctor
Who, cuyo título se le impuso en la mente aun antes que el concepto
estuviera totalmente desarrollado. Newman convoca a Brian Clemens, verdadera
gloria de la tevé británica (creador, entre otras, de C.I 5: The Professionals, The
Adventurer y Danger Man), pero este tiene que negarse; está ocupado con
un contrato de exclusividad, aunque sí se le autoriza a colaborar con algunos
guiones, siempre y cuando no estén escritos en soledad. Será, pues, el
coguionista del futuro episodio piloto, “Hot Snow”, lo que decidirá el tono
inicial de la historia. El Doctor David Keel (Hendry) encuentra a su prometida
asesinada; unos traficantes de heroína, que por error le han entregado un
paquete con droga, la eliminan para evitar ser reconocidos. Keel, desesperado,
se juramenta hallar a los culpables y, si acaso no logra que la Justicia se
encargue de ellos, tomar la venganza en sus manos. Pronto se topará con un
enigmático espía, John Steed (Patrick Macnee), quien también está detrás de la
banda. En esta premisa estará contenida la justificación del título del show. Así
entonces, ambos unirán fuerzas y se encontrarán con diferentes retos semana a
semana, mientras intentan dar con los asesinos de la novia de Keel. Pero antes
que esto se materializara había que encontrar al Steed correcto, y ese fue un
desafío que Newman encaró personalmente.
Ian Hendry (a la derecha) como el Dr. Keel |
Sidney Newman conocía al actor
Patrick Macnee de su paso por Canadá un par de años antes, cuando trabajó como
ejecutivo para una televisora privada de dicho país. Macnee había pasado los
últimos 8 años radicado allí, actuando en teatro y produciendo para tevé. De
hecho, acababa de producir la miniserie The Valiant Years, acerca de la vida
de Winston Churchill y su accionar durante la guerra, dirigida por un muy joven
John Schlesinger (Midnight Cowboy). Acababa de regresar a Inglaterra para firmar
unos contratos con la ITV, intentando que la miniserie se emitiera en su país
natal, cuando Newman dio con él y le ofreció el rol de Steed. Macnee se mostró
escéptico acerca del proyecto, fundamentalmente porque estaba totalmente
alejado del mundillo artístico inglés y ni siquiera conocía a Hendry o sabía de
su popularidad. Cuando el productor le aseguró que ganaría casi cuatro veces
más de lo que estaba cobrando entonces, el actor no se lo pensó dos veces.
Macnee contó estas anécdotas con un admirable humor, plagado de ironías, en una
entrevista brindada al periodista Karl Shook en 1997, para la revista Starlog,
en ocasión del reestreno norteamericano de la serie (en copias remasterizadas)
por la cadena A & E, cuando se había conseguido recuperar toda la segunda
temporada y parte de la tercera, hasta entonces virtualmente perdidas. Todas
las siguientes citas textuales de Macnee y muchas de las anécdotas más jugosas
las hemos extraído de dicha fuente.
Macnee junto a Honor Blackman como Cathy Gale |
La primera temporada de Los
Vengadores, que debutó en la pantalla de la ABC (Associated British
Corporation) en enero de 1961, cuando James Bond aun era un fenómeno de novelas
pulp y no había saltado al cine, contó con 26 episodios, de los cuales apenas
se han rescatado dos, The Frighteners y The
Girl on the Trapeze, los que se hallaron en poder de un coleccionista
privado a principios del nuevo siglo. Todo el resto, lamentablemente, se halla
irremediablemente perdido. Esta primera etapa, al igual que las dos siguientes,
fueron rodadas en condiciones muy pobres, ya que si bien la industria británica
era muy prolífica, sus medios técnicos de producción resultaban cuando menos
arcaicos para la época. Tanto la crisis económica derivada de la Segunda Guerra
como los estragos causados por los bombardeos nazis a la isla, afectaron la
evolución de la tevé británica, obligándola —hasta muy avanzados los años ‘60s—
a trabajar con equipos que ya entonces estaban obsoletos y en estudios
improvisados, por ello estas primeras temporadas de la serie lucen como un
programa en vivo, con imagen e iluminación propias de un talk-show o un
noticiero. El producto, empero, fue bien recibido y tuvo respetables niveles de
audiencia, pero —a poco de terminar la temporada— Hendry volvió a insistir con
sus divismos y decide no renovar su contrato, sumándose a una inesperada huelga
de actores a modo de innecesaria molestia para con sus contratantes. Tanto la
empresa como Sydney Newman deciden que el show vale la pena y optan por seguir
adelante. Como habían quedado sin rodar unos pocos guiones pensados para Hendry,
se convocó al actor Jon Rollason (como el Dr. Martin King) para coprotagonizar estos escasos episodios,
aunque las grandes estrellas de la segunda temporada fueron sus auténticas
incorporaciones, Honor Blackman como Catherine Gale y Julie Stevens como Venus
Smith. Newman fue un adelantado a su época en cuanto a la valoración de la
mujer; amaba trabajar rodeado de ellas (lo que le trajo no pocos dolores de
cabeza) y les confiaba puestos de decisión que por entonces no era usual se les
brindara. De hecho, y a pesar de no pocas tiranteces dentro de la BBC, pocos
años después le confiaría a Verity Lambert la producción integral de su nuevo
bebé, Doctor Who. En la ocasión que nos ocupa, fue suya la decisión
de incluir mujeres como compañeras de Steed, el personaje que ahora pasaba a
tener la delantera. Fue, ciertamente, una decisión revolucionaria: nunca antes
(y mucho menos en la tradicionalista Inglaterra) se había visto un personaje
femenino como el de Cathy Gale. No se trataba de una ama de casa ocupada de sus
niños, sino de una agente altamente entrenada, experta en judo, expeditiva y decidida.
Su personaje, que a poco de salir al aire eclipsó al de su compañera, obligó —precisamente—
a eliminar de la saga al de Venus Smith. Esta segunda temporada (mayo de 1962 a
marzo 1963) fue muy popular y, como evocaría Macnee refiriéndose a Blackman, “su
aparición fue tan impactante y su personalidad en pantalla tan magnética, que
al cabo terminé siendo su compañero, su ayudante. Pero trabajar con Honor
resultaba una delicia; era una actriz intuitiva y muy profesional, y una
compañera de lujo”.
La tercera temporada de la serie (y
segunda con el personaje de Cathy Gale) se emitió entre junio (algunas fuentes
citan el mes de mayo) de 1963 y marzo de 1964. Los Vengadores se estaba
convirtiendo en una serie de enorme éxito y ya empezaba a incorporar tramas
mucho más sofisticadas y exóticas. Hasta entonces se había mantenido como un
policial de espionaje bastante realista, a pesar de lo sorprendente que lucía
el personaje de Blackman, pero esto comenzó a cambiar con bastante rapidez. Sin
embargo, y a pesar del éxito, la actriz decide abandonar la producción para
labrarse un futuro en el cine. Harry Saltzman y Albert R. Broccoli la convocan
para interpretar a la ya mítica Pussy Galore en Goldfinger (1964, Guy
Hamilton), el tercero y el más exitoso de los filmes Bond hasta entonces. A
estrenarse en octubre de ese año, su rodaje coincidiría inevitablemente con el
de la serie y la actriz no tuvo más remedio que renunciar, ya que era imposible
sustituirla sobre la marcha o justificar su ausencia. Por otra parte, Newman
—siempre inquieto— había abandonado bastante antes la producción para partir a
Canadá (volvería ese mismo año para incorporarse a la BBC). En la ABC se pensó,
entonces, en un relanzamiento del envío que le diera un look renovado, para lo
cual convocaron a Brian Clemens (quien ahora estaba en libertad contractual) y
Albert Fenell, quienes fueron los responsables del más impactante giro que una
serie haya dado en la historia de la tevé mundial. En diciembre de 1964 (a modo
de adelanto, ya que la temporada oficial arrancaría en enero siguiente) se emitiría el episodio The Murder Market, y el
resto sería historia. Vamos a por ella.
Con la ya mítica Diana Rigg, como la Sra. Peel |
La serie, definitivamente,
adquirirá el tono preciso y la fascinante química entre sus protagonistas que
la convertirán en un ícono de la cultura pop a nivel global. En su pico más
alto llegó a emitirse en 120 países y el furor por sus dos estrellas no tenía
techo. Las adolescentes se vestían como Emma Peel y el bombín característico de
Steed se vendía como pan caliente, por no hablar del idéntico modelo de
paraguas con mango de caña que, a modo de sofisticado bastón o como verdadera
arma letal, blandía eternamente el espía. En Argentina, por cierto, fue
estrenada por el Canal 13 de Buenos
Aires (por entonces todavía propiedad de Goar Mestre, su fundador y director)
en otoño de 1967, emitiéndose los martes a las 22:30 hs. Tenemos registrado,
con certeza, que el canal de Constitución la siguió emitiendo en dicho horario
central hasta finales de 1969, cuando la serie ya había sido cancelada en su
país de origen. Luego pasaría a días y horarios móviles, casi siempre de lunes
a viernes. Del 13 saltaría a canal 9, poco antes de serle expropiado a
Alejandro Romay, y luego, ya en los primeros años ‘80s, sería parte obligada de
las tardes de varios canales, entre ellos el entonces poco visto canal 2 de La
Plata.
¿Pero qué demonios convirtió a The
Avengers en una experiencia tan hipnótica y atrapante? Pues, antes que
nada, a la fascinante flema inglesa llevada hasta extremos delirantes: unas
mortales abejas mecánicas, por caso, literalmente llueven sobre el dúo de
agentes y estos, con total indiferencia, las eliminan de forma tan eficiente
como glamorosa, para luego —mientras se acomodan displicentemente la ropa—
tener el siguiente diálogo, “mi querida Sra. Peel, ¿no cree que nos hemos
retrasado demasiado para el té de las cinco…?” ,a lo que la dama
responde, “¿Y qué estamos esperando, Sr.
Steed? ¿Su casa o la mía?” Peel, por su parte, fue la mujer más deseada
de la década, incluso por encima de la Catwoman de Julie Newmar: enfundada en
ajustadísimos catsuits negros, luciendo botas altas, lanzando hombres por
encima de sus hombros con estilizadas tomas de judo, asumiendo los disfraces
más exóticos, y —en definitiva— jugando pícaramente al gato y al ratón con el
propio Steed, esta agente secreto no sólo estaba a la altura de los hombres,
sino que usualmente se ubicaba muy por encima de ellos. Inteligente y astuta,
arriesgada e indiferente al peligro, Diana Rigg construyó un personaje para el
que los adjetivos se agotan incluso antes de intentar utilizar alguno. Cuando
se bajaba de su Blue Lotus parecía que todas las vampiresas del cine se
hubieran fundido en ella. Luego, por cierto, tenemos la cuestión de la absoluta
genialidad de los guiones. Con total imperturbabilidad inglesa, cada episodio
presentaba tramas deliciosamente disparatadas, tales como robots asesinos o
sociedades criminales del espacio exterior, pero todo ello en medio de un clima
absorbente que las tornaba creíbles e incluso plausibles. Peel y Steed, que se
había convertido ya en el apuesto dandy londinense que enfrentaba al peligro
sin perder ni por un instante la sonrisa (¡ni mucho menos su bombín!), podían
ensayar juntos complicadísimas coreografías de ataque cuando tenían que
enfrentar a más de un oponente, y realmente lucían como una aceitada pareja
bien capaz de matar sin que se les moviera un pelo. Los diálogos entre ellos
eran de una acidez vitriólica, con tanto sarcasmo como para ahogar a una
ballena, y los enfrentamientos con los respectivos villanos realmente de
antología.
A los pocos meses de debutar el nuevo dúo los norteamericanos por
fin se interesaron por la serie, pero los británicos (que solían comenzar sus
temporadas en enero) no tenían precisamente fama de regularidad en sus
cronogramas de producción y emisión. Desde la pública BBC hasta las privadas
como la ABC (que es la que nos ocupa) o la ITV, las televisoras inglesas
acostumbraban acortar o extender las temporadas de acuerdo a la disponibilidad
de fondos, los vaivenes puntuales del rating o las dificultades que podían
aparecer durante la fase de rodaje y preproducción. Esto importunaba a la eficiente maquinaria yanqui, que siempre
cumplía a rajatabla con los plazos de emisión y extensión de las temporadas.
Así que las negociaciones se estancaron por un tiempo, hasta que en octubre de
1965 la ABC norteamericana celebra finalmente el contrato y compra los derechos
de emisión de la serie (asociándose también con los productores ingleses), la
que lanza en enero de 1966. Poco después, en marzo, Macnee y Rigg realizarán
una gira promocional por los EE UU que será un absoluto suceso. Sin embargo,
este acuerdo resultará, a la postre, fatal para Los Vengadores. La cada
vez mayor sofisticación y complejidad de sus tramas así como las exigencias
contractuales tornarán imperativo recibir fondos desde América, pero esos
dólares llegarán —desde el minuto cero— con excesivas exigencias. Sin embargo,
no nos adelantemos, puesto que ello no afectará todavía a la calidad del envío.
Es más, sin dicha asistencia no se hubiera podido pasar a rodar a todo color la
última temporada estelarizada por el tándem Peel/Rigg, la que usualmente se
cita como la segunda de la actriz, aunque ello no sea estrictamente exacto,
puesto que —si de cantidad de episodios se trata, además de los tiempos de
emisión en U.K.— Rigg habría completado en realidad tres temporadas: las de mediados
de 1965, 1966 y 1967, más algunos episodios restantes que se emitieron en los
primeros meses de 1968. La hecatombe, por cierto, llegaría poco después. Veremos
cómo.
Fotograma del episodio "La Casa que Jack Construyó", clásico de culto entre los fans. |
Si bien The Avengers tenía
pautado desde un principio su cronograma de producción y emisión (con ‘más
menos’ los típicos vaivenes británicos que hemos indicado más arriba), los constantes
requerimientos de la ABC América volverían literalmente locos a sus
realizadores. Hasta el día de hoy resulta virtualmente imposible citar
correctamente los números de cada temporada de la serie, tema acerca del cual
se han escrito cerca de media docena de libros en idioma inglés (por increíble
que parezca), y nuestros lectores podrán interiorizarse sobre ello en numerosos
sitios web que celebran la serie. El autor, por razones de espacio y para no
aburrir a los seguidores de “El Cine por Asalto”, opta por evitar
profundizar en el tema. Nuestras fuentes son todas bibliográficas (como en la
mayoría de nuestros artículos histórico-biográficos), y para estos casos —en
los que se requiere algo más de investigación— tan solo recurrimos a un cierto
y limitado número de datos tomados de páginas web oficiales, ya que la internet
(incluida “Wikipedia”) suele presentar muchos e importantes errores que, a
través del tiempo, se han ido clonando y multiplicando de sitios en sitios web.
Ustedes encontrarán, entonces, que se habla habitualmente de temporadas “5-a”,
“5-b”, “6-c”, etc., lo que indudablemente mueve a más y más confusión.
Los
obstáculos de producción de Los Vengadores por supuesto que
incluyeron la cuestión presupuestaria como razón central, pero lo que realmente la afectó profundamente
fue el hecho de que la cadena yanqui decidiera, apenas emitida su primera tanda
de episodios, proseguirla en el período estival, el usualmente destinado a los
shows de “media temporada”, nunca mayores a 12 episodios. En los primeros
años‘60s las temporadas para las series iban de setiembre a mayo del año
siguiente, pero ya hacia el final de la década (Star Trek es una prueba
de ello) se estandarizaría el período octubre-junio, vigente hasta el día de
hoy en la tevé abierta o en los canales de cable no Premium. Los americanos exigieron de inmediato más episodios para
rellenar espacio, pero los ingleses —aun trabajando a toda máquina— no pudieron
satisfacer tales demandas y se encontraron con que las arcas se estaban
agotando; la producción se tornaba cada vez más costosa y se volvía por demás
dependiente de los fondos provenientes de allende el Atlántico; por otra parte,
los propios telespectadores ingleses tenían que padecer semanas (o meses) de
hiato a pedido de la cadena norteamericana, que no deseaba quedar tan atrás en
las fechas de emisión de los episodios estreno. Para cuando se lanza la que
sería, pues, la última etapa de Diana Rigg como Emma Peel, ahora sí a todo
color, la actriz (al igual que su compañero) se encontraría virtualmente
exhausta. Semanas agotadoras de rodaje, escasísimos días de descanso y —por sobre
todo— el hecho de cobrar muchísimo menos que su coprotagonista por la sencilla
razón de pertenecer al género femenino, pusieron a la actriz en pie de guerra.
Fueron meses desgastantes, en los que incluso llegó a contar con la solidaridad
explícita de Macnee en lo concerniente a este tema (actitud inusual en la
época), pero —en vista de no contar con una respuesta favorable— Rigg, a poco
de terminar los rodajes para esa temporada, envía a los productores un
ultimátum exigiendo tres veces más de lo pagado hasta el momento. Sabe que no
se lo otorgarán y esa será la excusa perfecta para su marcha. A la inversa de
lo que se (des)informa en la casi totalidad de las páginas web dedicadas al
agente 007, Diana Rigg no abandonó la serie para sumarse al elenco de Al
Servicio Secreto de su Majestad (On Her Majesty’s Secret Service,
1969; Peter Hunt), ya que fue convocada por sus productores mucho después de
partir de la serie; de hecho —y como ella rememoraría años después— el propio
“Cubby” Broccoli se contactó con el representante de la actriz recién en
diciembre de 1968, cuando la suplente de su personaje ya hacía de las suyas en
la pantalla chica. El primer filme Bond sin Sean Connery se estrenó el 16 de
diciembre de 1969, ya que se requería rodar las escenas en Suiza en pleno
invierno (del hemisferio norte, se entiende) y su preproducción no empezó sino
hacia finales de enero de dicho año. En marzo de 1969 Los Vengadores acababa de
dejar el aire para siempre, luego de lo que se entiende (según la óptica
seguida) como una temporada y media con el nuevo personaje de Tara King. Allá
vamos.
Linda Thorson como Tara King, de la temporada final |
Diana Rigg, decíamos, abandona la
serie cuando aún no ha completado los restantes episodios exigidos desde
Norteamérica. Su contrato para ese último año indicaba, si nuestras fuentes no
se equivocan, 24 capítulos. Pero la ABC americana exige unos 4 más por razones
de producción y para que se explique, de algún modo, la partida de Peel, ya que
la continuidad del envío se ha asegurado cuando menos para un año más. En los
primeros meses de 1968, cuando la jovencísima actriz Linda Thorson queda
confirmada como la sucesora de Rigg, esta última retorna fugazmente —en medio
de los rodajes con la recién llegada— para completar los episodios solicitados
gracias a un contrato temporario altamente beneficioso para ella. Así es que se
logrará finalizar The Forget me Knot, su capítulo despedida. La que se considera
entonces, a grosso modo, como la sexta y última temporada de la serie, se
emitirá pues en Inglaterra a partir de octubre de 1968 (existen divergencias
sobre este arranque) hasta marzo de 1969 (mayo en EE UU). Clemens y Fenell
estaban desesperados por hallar una reemplazante que pudiera calzarse los
zapatos dejados por Diana Rigg pero nunca pudieron seguir su propio criterio.
Los ejecutivos yanquis, con la excusa económico-contractual como escudo, les
impondrán la elección de una recién descubierta intérprete cuyo padre era
inglés, pero que había nacido en territorio americano, la recién citada Linda
Thorson, cuyo personaje se bautizará como Tara King. Ciertamente bonita, era
—sin embargo— inexperta y lucía claramente insegura, especialmente al lado de
Patrick Macnee, quien a casi una década de interpretar a Steed comenzaba a
lucir algo mayor y por cierto que en ciertas secuencias parecía más su padre
que un compañero de aventuras.
La química entre ambos resultó inexistente, las
picardías sexuales se esfumaron, y aunque vistos en retrospectiva resultan unos
muy sólidos episodios —los más delirantes y disparatados en cuanto a sus
argumentos, lo que debe leerse como un elogio— en su momento causaron no poca
decepción. Sin embargo, en Gran Bretaña los ratings decayeron en un rango
variable entre los 9 y los 11 puntos, casi nada comparado con otros programas
poseedores de menor cantidad de años al aire. Fue en EE UU donde los niveles de
audiencia sí cayeron estrepitosamente, debido —fundamentalmente— a que la
emisora decidió, en una de esas resoluciones históricamente inexplicables,
cambiar su día y horario de emisión para enfrentarla al mítico show Laugh-In,
un envío humorístico en vivo que revolucionó la comedia en América. El programa
fue el primero en reírse y satirizar a la propia cultura y sociedad americana.
El team de Laugh-In se metía con las nuevas formas de la sexualidad,
criticaba a la Casa Blanca y ridiculizaba a todos los políticos, temas tabú
hasta entonces en la tevé de ese país. Los Vengadores, disminuida por una
pareja protagónica que había perdido brillo y sex-appeal, no pudo contra tal
competencia y fue cancelada por los americanos, quienes de inmediato cesaron
todo envío de dólares hacia la madre patria. Sin embargo, dicha temporada —lo
repetimos— no había sido un total desperdicio. Clemens, que intuía la grave
pérdida que implicaba la ausencia de Rigg, ideó un nuevo personaje, Mother
(Madre), quien no era otro que el jefe de Steed y King, un excéntrico individuo
en silla de ruedas interpretado por el actor Patrick Newell, quien a pesar del
corto tiempo que participó de la serie quedó eternamente en el recuerdo de fans
y demás admiradores. Los productores, a pesar de todo, intentaron mantener su
show lo suficientemente vivo como para lograr un regreso triunfal uno o dos
años después, si es que lograban obtener nueva financiación, para lo cual idearon
un último episodio (Bizarre) con final abierto. En el colmo del delirio, Steed le
presenta a Tara su cohete espacial personal, que se halla en el jardín de su
casa. Ambos ingresan a la cabina de control para celebrar el logro con una
botella de champán, cuando —inesperadamente— Steed se apoya accidentalmente en
el tablero de mandos accionándolo, de modo que el cohete se activa y parte con
rumbo desconocido. Madre, que aparece subrepticiamente en el jardín de Steed,
mira a la cámara y asegura: “Ellos volverán”. Con ese formato,
lamentablemente, no lo harían jamás; pero casi una década después, en 1976, una
prestigiosa marca de champán francés logra reunir a Thorson y Macnee para un
corto publicitario en el que evocaban a sus respectivos personajes. La nostalgia
invadió a muchos y el mismo productor galo, meses después, consigue tentar a
Clemens (dueño de los derechos en exclusividad) para resucitar la serie. Se
trataría de una coproducción entre americanos, canadienses e ingleses, titulada
The
New Avengers.
Steed, King y "Madre" (el jefe) en uno de los últimos episodios |
Los Nuevos Vengadores, también emitida
en nuestro país, salió al aire desde octubre de 1976 hasta noviembre de 1977,
con un total de 26 episodios. Pero el problema de la nueva serie consistió en
el rumbo elegido. Steed estaba en ella, pero ya no era el protagonista absoluto
ni compartía pantalla con una sexy espía que mantuviera una reprimida química
sexual con él, sino que ahora era casi como el guía o “padrino” de una nueva
pareja de agentes, Purdey (interpretada
por Joanna Lumley), y Mike Gambitt (a cargo del actor Gareth Hunt), quienes no
solo carecían de química alguna entre ellos, sino que parecían no saber muy
bien qué hacer con Patrick Macnee cada vez que este aparecía en pantalla. La
única temporada del envío lució seca, desangelada, incluso alejada del original
en aspectos clave como el vestuario y la ambientación, que de la sofisticación
y el glamour de la original pasó a verse como una versión opaca de Los
Profesionales. Al respecto, dice Macnee en el reportaje ya citado: “El
problema allí consistió en mi presencia. No debí aceptar participar en ella.
Los chicos tenían que desarrollar su relación en escena por sí mismos, además,
yo me estaba poniendo viejo, para qué negarlo, y ya no podía estar a la altura
de lo que se requería para mi personaje”. Macnee es demasiado modesto,
por cierto, ya que si bien es cierto que se forma un inesperado triángulo que
no va a ninguna parte, la serie realmente no funcionó porque careció de sólidos
guiones y traicionó el formato tanto estético como estilístico del original.
Fue como volver a aquellos thrillers de una hora del año 1961, con Ian Hendry como
protagonista, cuando el envío tenía otra muy diferente personalidad, pero
recreado ahora hacia el final de una década en la que todo eso había quedado
perimido y lucía anticuado. Respecto de Linda Thorson, rememora: “Recién
ahora, con este reestreno en A & E, he podido ver todos los episodios por
vez primera. Me crea o no, en los años que rodábamos la serie no la vi en
absoluto. No solo carecíamos de tiempo, sino que se esperaba de un inglés bien
nacido mostrarse escéptico e indiferente ante el éxito, casi como si
esperásemos fracasar. Dado que nos iba muy bien, lo más que usted podría haber
escuchado de mis labios entonces era un seco ‘¿no debe estar nada mal, verdad?’.
Lo mismo ocurrió con Linda Thorson poco después de cancelada la serie. Había
visto unos pocos capítulos por obligación, para entender por qué nos
cancelaban, y en un reportaje fui muy injusto con ella. Ahora que los he visto
con la distancia que brinda el tiempo, puedo decir que ella estaba maravillosa
y de ningún modo merecía mis reproches. Lo que en realidad estaba pensando
entonces era ‘¡diablos, estoy demasiado viejo para estar al lado de esta
chica!’, pero lo que salía de mi boca
era ‘¡esta actriz es demasiado joven para el papel!’. Hoy es una actriz maravillosa y espero me haya perdonado.”
"Los Nuevos Vengadores" |
Los Vengadores, por cierto, contó
con un total de 161 episodios (104 en blanco y negro y 57 a color, emitidos,
como ya hemos dicho, entre enero de 1961 y marzo de 1969 (en Inglaterra). Fue
sin lugar a dudas una serie revolucionaria, hija de su tiempo pero a la vez
adelantada a su época. Dejó una huella indeleble, marcó a generaciones e
imprimió su sello grabado a fuego en toda la cultura pop contemporánea y subsiguiente,
lo que sólo logran productos selectos que resisten el paso de las generaciones.
Por eso mismo, la marcada imposibilidad de recrearla hasta el presente deja en
evidencia la falta de brújula de quienes lo han intentado. Por ejemplo, ni
siquiera hemos mencionado hasta ahora la abominable película de 1988, dirigida
(si se puede llamar así a ese desastroso trabajo) por Jeremiah Chechik (Benny
& Joon, 1993), espantosa producción yanqui (¿cuándo entenderán que hay cosas que sólo los británicos saben hacer…?)
a cargo del chapucero Jerry Weintraub, quien se dio el dudoso lujo de
desperdiciar a dos buenos actores como Ralph Fiennes y Uma Thurman, quienes
eran tan Peel y Steed como Silvio Soldán sería James Bond. Nuestros
ciberlectores no merecen ser torturados por un comentario acerca de tal
bazofia. Apenas si nos sirve de ejemplo sobre qué cosas pueden salir mal cuando
se ignoran adrede los elementos vitales de una historia. Un único detalle
bastará: erróneamente ambientada en el presente, desde la anacrónica vestimenta
de Steed/Fiennes hasta el pathos de su trama (un clon de película Bond, algo en
lo que nunca incurrió la serie), no encajan en absoluto con el ethos de estos
personajes.
Puede sonar algo pomposo, es cierto, pero es el efecto que el
espectador realmente percibe aunque no pueda o no sepa ponerle un nombre a
ello. Así pues, dejémonos de rememorar fallidas y descafeinadas versiones, para
invitar —ahora sí— a que cada lector busque en la web (o en algún canal de
cable), cuando menos un par de episodios de esta maravillosa y atemporal serie
que hizo historia. Y ya nos vamos, porque —como finalizaba cada aventura del
inmortal dúo— acabamos de escuchar la voz de Steed diciendo: “¡Sra.
Peel, nos necesitan!”. Eso es todo.-
La fallida película de Chechick |
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