Just Charlie. Gran
Bretaña (2017).
Dur: 99 min.
Dir: Rebekah Fortune – Guión: Peter Machen
Intérpretes: Harry Gilby, Scot, Williams, Mark Carter,
Travis Blake-Hall, Jeff Alexander y Karen Bryson.-
Por Leonardo L. Tavani
Calificación: Excelente ★★★★★
Charlie tiene 14 años, ama el fútbol, es muy buen
estudiante y quizás se preocupa demasiado por lo que desea su padre, un hombre
cuya carrera futbolística se truncó cuando era demasiado joven y ahora vive ese
sueño a través de su hijo, una promesa a punto de ser aceptada en las
inferiores del Manchester City. Charlie tiene una hermana mayor que está
próxima a casarse y una madre que hace lo que puede por criarlos a ambos con la
mayor atención posible a sus necesidades.
Son una familia de clase media
trabajadora, lo que no implica lo mismo que en nuestro país: viven en una
bonita casa, cada cónyuge tiene su propio coche y no parece que les falte nada.
A quien sí le falta algo es a Charlie. Le falta su imagen en el espejo. Como lo
dirá más adelante, en una secuencia dramática y a la vez hermosa por la
poderosa simpleza con que se resuelve, cada vez que se mira en un espejo no
sabe a quién está viendo. Sabe que está
allí, en algún lugar dentro de ese cuerpo, en algún sitio de su cabeza, pero no
se reconoce en absoluto. Aunque aún no sabe ponerle palabras a su drama, lo que
está destrozando a Charlie es que en realidad se trata de una muchachita en el
cuerpo de un varón. Y ahora que las hormonas comienzan a azuzarlo y la mirada
de sus amigos resulta tan importante como acusadora, el adolescente le teme
tanto a sus pulsiones como a las etiquetas que sabe muy bien le lloverán de
inmediato si se atreve a hacer algo con su desesperación. Cuando su padre,
incapacitado de aceptar la realidad, lo golpee apenas lo descubra maquillado y
con ropas de su hermana, el muchacho gritará llorando que no se trata de “nada
gay”. Y es cierto. Ella padece de disforia de género, es
auténticamente una mujer en el cuerpo equivocado, y muy probablemente no exista una tragedia
tan angustiante como atravesar semejante crisis de identidad cuando se es
apenas algo más que un niño pero mucho, muchísimo menos que un adulto.
Just Charlie es un filme poderoso,
bellísimo, profundo y singular, dueño de una gramática impecable y una solidez
narrativa que mueve a la más sincera admiración. Haciendo honor a la mejor
tradición de la cinematografía británica, esta producción independiente
construye un mosaico de emociones, dramas íntimos y sociales, choques de
intereses y un largo catálogo de miserias personales (las que desmienten
parcialmente la supuesta apertura de la cultura inglesa), pero lo hace por
medio de un medio tono tan brillantemente ejecutado que nos permite ingresar en
el universo de esa familia partida por una realidad de la que no se puede
volver, y sin que ello jamás implique golpes bajos, subrayados o especulaciones
de ninguna clase. Ni siquiera cuando la madre de Charlie eche a su esposo de casa
se asistirá a una secuencia grandilocuente
o estentórea: ella se acerca al garage, intenta que su marido entre de
alguna forma en razón, y cuando advierte la profunda inutilidad de sus
intentos, simplemente lo invita a marcharse. “Creo que deberías irte…”,
dice en un tono apenas audible, y un segundo después vemos al marido partiendo
en su coche con un bolso en la mano. Así de simple, así de natural. ¿Eso
significa que la película carezca de momentos intensos? De ningún modo, ya que
en Just
Charlie hay varios puñetazos —de adultos a adultos y de chicos a
chicos— hay escándalos y gritos en casa y en sitios públicos, pero lo que jamás
se encuentra en ella es un motivo injustificado para todo eso.
La organicidad del
relato, la absorbente credibilidad de su trama y el fascinante realismo de la
misma, convierten al filme en una experiencia única que jamás nos permite
quitar la vista de la pantalla. Se trata de una cinta nada solemne, incluso
dueña de un sutil y larvado humor, que no agiganta el drama pero tampoco lo
empequeñece, pero que encuentra sus mayores bazas en el estricto minimalismo de
cada una de sus situaciones. No se pronuncia una palabra de más, no se excede
en mostrar la discriminación o la intolerancia, pero tampoco le escapa a una
sana crítica acerca de su propia sociedad: cuando la madre de Charlie informa a
las autoridades de la escuela que su hija ha decidido asistir a clase vestida
tal y como siente que debe hacerlo, estas se alarman y casi dejan de lado el
supuesto protocolo que existe para casos como este. Cuando ya no saben que
excusa brindar, uno de ellos apela a la supuesta sorpresa que esto podría
causar en los propios docentes, a lo que la madre replicará furiosa: “¡de
los chicos puedo tolerarlo, pero viniendo de adultos no lo aceptaré de ningún
modo!”. En cuanto a los motivos para que cada personaje actúe como lo
hace, estos se brindan de un modo tan sutil y genuino que solo agigantan nuestra
admiración: ciertas frases dichas en medio de discusiones entre los esposos (o
con padres de algún compañero de Charlie) resultan harto reveladoras pero jamás
obvias ni “teatrales”. En una de ellas, por caso, una respuesta del padre
—perfectamente natural en su contexto— sirve para advertirnos de qué clase de
familia proviene él mismo, lo que indudablemente permite entender mejor su
cerrazón e incapacidad para aceptar la transexualidad de su hijo. En Just
Charlie, a pesar de algunas excepciones que causan ardor de estómago,
son los adolescentes los que acaban por aceptar y naturalizar aquello que los
adultos no pueden procesar. Así y todo, el guión se las apaña para dejar en
claro que los jóvenes suelen ser el reflejo de sus padres, y si ellos son
violentos o intolerantes aquellos tenderán a replicar dichas conductas.
Charlie es interpretado por Harry Gilby, quien debuta en
la pantalla con este rol, y es su inexperiencia actoral —paradójicamente— la
que acaba por fortalecer su performance, ya que en vez de dotar a su criatura de
todos esos ‘tics’ de los que echaría mano un profesional, Gilby simplemente
“vive” las situaciones tal y como sin dudas lo haría si ellas fueran parte de
su auténtica situación de vida. Cuando tiene transmitir la angustia que lo
embarga lo hace con una naturalidad asombrosa, y cuando debe encajar los golpes
que le propina la distancia emocional de su padre lo consigue sin sobreactuar
ni magnificar las situaciones. El resto del cast está simplemente perfecto en
sus roles, pero ponemos el foco en esta joven promesa por los muchos elogios
que merece; no debe ser nada fácil —incluso si se tiene vocación actoral a una
edad tan temprana— asumir un desafío tan peliagudo cuando se tiene la misma
edad que el personaje y similares conflictos. Por lo demás, todos los laureles
se los llevan el soberbio guión de Peter Machen, un auténtico ejemplo de
sencillez narrativa y concisión dramática, y la maravillosa dirección de
Rebekah Fortune, quien consigue un equilibrio y una sorpresiva belleza dentro
del drama mismo que deja atónito incluso al espectador más exigente. Just
Charlie, precisamente hoy —cuando la palabra “inclusión” está tan de
moda… — resulta un filme perfecto no solo por su calidad y armonía
cinematográfica, sino sobre todo porque pone las cosas en claro y enarbola un
discurso clarísimo, libre de razonamientos torcidos o viciados de “ideologitis”, y fundamentalmente porque
jamás juzga a sus criaturas ni las convierte en títeres vacíos al servicio de
un “mensaje”. Tiene apenas dos años,
está disponible para descargar vía “Torrent” en todos los sitios que ofrecen
estos archivos, tiene subtítulos que calzan perfecto (por ej. en www.subdivx.com), y si no les gusta tomarse este
mínimo trabajito búsquenla en cualquiera de las plataformas (legales o no) por
las que ustedes vean pelis on-line, porque la verdad que se trata de una cinta
emocionante, profunda, enormemente bella y por sobre todo, necesaria. A este
humilde escriba le movió el piso de tal manera que no puede permitirse el lujo
de guardársela para sí: multiplicarla será un bálsamo para la vida. No la dejen
pasar.-
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