Un Romance a Contramano

por Leonardo Tavani
Calificación: Excelente ★★★★★

Imagínanos Juntas (Imagine Me & You) Inglaterra, 2005.
Dirección:Ol Parker– Fotografía:Ben Davis– Música: Alex Heffes– Elenco: Piper Perabo, Lena Headey, Matthew Goode, Celia Imrie, Anthony Head, Sue Johnston, Boo Jackson y Darren Boyd. – Fox Searchlight.-


            Luce es una chica bonita y sensible, inteligente y mesurada. Pero tiene un dejo de tristeza en su mirada, en su porte, que la acompaña a todas partes; algo así como un sino indeleble, una marca de agua que certifica su soledad perpetua. Esa soledad que parece adherirse testarudamente a la piel de ciertas personas. Como a ella. Como a muchos de nosotros.   
            Luce está en sus treintas y es florista y decoradora. Algo simple y complejo a la vez, que la mantiene vinculada a las cosas vivas y al corazón de las personas. Cuando alguien pasa por su tienda únicamente tiene que indicar qué sentimiento desea transmitir, o qué metida de pata quiere solucionar, y Luce de inmediato sugiere cual planta o estotra flor deberá obsequiar. Y siempre da en el blanco.
            Luce es lesbiana. Eso no debería ser un problema, ni siquiera un tema a tratar, pero aunque esa Londres de hoy abrace las diferencias con muchísima mayor amplitud que antaño, nunca es fácil ir a contracorriente de lo culturalmente “aceptado”. Siempre alguien te mira mal, siempre alguien piensa que te pasa algo malo, siempre alguien te juzga. Y si sos una chica mucho peor todavía. Luce está sola. Y sueña. Aunque cada vez menos. Para colmo carga con la culpa de no poder hacer casi nada por su mamá, que se mantiene  recluida  a causa de una depresión clínica que le sobrevino después de enviudar. Luce se asegura que vaya al psiquiatra, la visita todo el tiempo, pero la embarga cierta impotencia. Su madre —llamada Ella— la adora y la acepta tal como es, pero ella sabe que en el fondo, silenciado, está el mismo reclamo larvado de siempre: que no habrá nietos, que no habrá postal de Hallmark con la tribu Brady..., en fin, esas cosas.

            Del otro lado de la ciudad está Rachel. Igualmente hermosa, optimista, tan inteligente y vivaz como cabría esperar de una chica moderna y vital como ella. Esa mañana, sin embargo, hay nervios, apuros y corridas: va a casarse con Heck, su novio desde la secundaria, con quien convive desde hace años. Le pondrán el broche y el anillo a una relación estable y sólida. Mientras todos se preparan, chismorrean o se acicalan, por allí vemos a Luce. Es la encargada de adornar la iglesia y decorar la carpa para la fiesta. La madre de Rachel, la autoritaria e intolerante Tessa, la invita a quedarse. Es un formalismo y también, por qué no, una forma de completar el pago por el servicio. Ella acepta; de todos modos debería volver horas después para retirar las flores y los arreglos, así que matará dos pájaros de un tiro. Pero en un instante preciso ocurre algo: su mirada y la de Rachel, que va marchando hacia el altar del brazo de su padre, se cruzan por un instante. Y saltan chispas. Ella lo siente en las entrañas. Es inexplicable. Pero Rachel percibe también idéntica energía, idéntico ardor, aunque no sabe exactamente de qué se trata ni qué significa, aunque no haya vivido algo así nunca jamás. Claro que hay un problema, y está a la vista. La chica que acaba de trastocar su universo se está casando, y con un chico. Es obviamente heterosexual, pero aunque nada está escrito en piedra, tampoco es cuestión de confesarle tu amor a una recién casada en su propia fiesta de bodas.



            Pues bien, este es apenas el inicio del enredo en esta deliciosa comedia dramático-romántica llamada Imagínanos Juntas (Imagine Me & You; 2005), una de las más bellas historias llegadas de Gran Bretaña por estos años, un filme de saludable buen gusto, talento visual y narrativo, actuaciones perfectas y un medio tono sencillamente brillante: el punto justo para contar este cuento acerca de un amor que viene a trastocar todo lo establecido. El filme está escrito y dirigido por el inglés Ol Parker, que hace gala de una sensibilidad formidable a la hora de acercarse a la intimidad de estas personas, todas ellas —en mayor o menor medida— prisioneras de las convenciones sociales, de los roles familiares preestablecidos y de las decisiones que se consideran “lógicas”. El director comenta que cuando conoció a su esposa, que de hecho es co productora del film, ocurrió algo así como un milagro. Apenas la vio —y sin saber quien era ni haber cruzado una sola palabra con ella— sintió en  las entrañas que era la mujer de su vida; luego de iniciada la relación, su pareja le confirmaría que había experimentado idéntica sensación y similar convencimiento.
Su propia experiencia lo motivó entonces a querer explorar en la pantalla la idea del amor a primera vista, junto a la de cierta posible predestinación, pero afirma Parker que con estos únicos elementos la historia no acababa de cerrar ni resultar atractiva. Entonces su esposa le sugirió la idea de un hombre que se enamora de una novia que se está casando con otro. Era una premisa original y muy rendidora, pero todavía se sentía como si algo faltase para completarla. Y de repente surgió el conflicto que finalmente enriquecería este guión, una mujer enamorada de una recién casada, esta última comenzando a sentir algo parecido pero incapaz de enfrentarlo, las heridas que producirá en sus seres queridos esta revelación; en fin, todo un status quo vincular que se ve patas arriba de repente.
          
  Cada elemento de esta película está en su debido lugar. Nunca cede a la estridencia ni al golpe bajo. Nada de eso es necesario aquí, porque estas personas —que no personajes— no están inmersas en tragedias más grandes que la vida ni en situaciones imposibles. Sencillamente se han visto enredadas en la telaraña de sus propias existencias, casi siempre por no conectarse con sus íntimos deseos y sentimientos, por seguir la corriente, incapaces todos de torcer el rumbo de aquello que perciben como “el destino”. Hector (Heck) y Rachel son una parejita ideal. Se quieren sinceramente, llevan juntos desde la adolescencia, se conocen como nadie, jamás se agreden ni se ignoran. ¿Alguien podría pedir algo más? Pero el astutísimo guión del director nos nuestra la intimidad de esta pareja recién después de la boda (que es con lo que se abre la cinta), y por eso mismo nos permite advertir allí mismo ciertos signos de hastío, de falta de pasión. La escena del primer amanecer de domingo posterior al enlace es simplemente perfecta. Con pocos pincelazos, en apenas unos diálogos banales, Parker nos presenta a una pareja demasiado acostumbrada a convivir, sin magia ni excitación. Pero atención, que ambos se tratan con sumo respeto, con sincero cariño, aquí no hay nada de agresiones como tampoco nada de ignorarse el uno al otro. Solo que no saltan chispas, no como debería haberlas entre recién casados, no como esa sensación en la panza que Rachel tuvo cuando vio a Luce en la Iglesia.

            Otro dato curioso, la pareja no se va de luna de miel. Tienen sus trabajos y deberán esperar a las vacaciones. Todo fluye como si la boda hubiera sido un trámite más. Por el otro lado, Luce se siente miserable. Ya sabe y comprende lo que significa aquello que sintió, pero está segura de la imposibilidad de concretarlo. Heck pasará por su florería para agradecerle un favorcito recibido y comprarle flores a su mujer. La florista le cae muy bien, y además está su mejor amigo Cooper (gran trabajo de Darren Boyd, todo lo superficial que requiere su papel), un mujeriego irredento que quedó prendado de Luce en la boda. Así que la invita a cenar, pensando en hacerle gancho con Cooper. Pero las cosas comenzarán a complicarse. Ella y Rachel empiezan a volverse amigas, salen juntas, comparten vivencias. Pero es demasiado para Luce. Y se alejará de ambos, para evitarse el dolor que le producen sus emociones.
        
    Por otro lado está la pequeña H, la hermanita menor de Rachel, un descuido tardío en el matrimonio de Ned y Tessa. Ella es testigo del maltrato y desprecio continuos con que somete su madre a su papá. Porque Tessa es una mujer insatisfecha, tan machista que espera siempre una actitud bravía y agresiva de parte de su marido, pero ocurre que Ned es un hombre calmo y mesurado, intelectual, casi sumiso. Que jugado por ese enorme actor que es Anthony Head (el Gilles de Buffy, the Vampire Slayer) resulta una lección de actuación: contradictorio, genuinamente enamorado de esa mujer para la que no es suficiente, incapaz de reaccionar y tomar las riendas de su destino y su familia, Ned acabará por despertar de su letargo cuando, ya cerca del final, descubra que su hija mayor va a arruinarse la vida dándole la espalda al verdadero amor. Las palabras que le dirige entonces, dichas en un tono sereno pero profundamente sentido, conmueven a todo espectador. Pero a diferencia de cualquier filme hollywoodense que se precie de tal, aquí no habrá declamaciones subrayadas ni grandilocuentes secuencias remarcadas con una machacona música dramática; que va, en Imagínanos Juntas los personajes hablan con la cadencia de la vida real, sin estridencias ni fanfarrias.
          
  Pero mencionábamos antes a la pequeña H (la debutante Boo Jackson), y será esta niña precoz, de gran inteligencia pero también de idéntica candidez, la que opere como un testigo a veces mudo y a veces activo de las decisiones de cada personaje. Desde la boda se hará amiga de Luce, que cada vez que la ve la trata como a una personita real, y no con la invisibilidad a la que parece destinada para con su madre. También Heck se interesa por ella, lo que genera en la niña un cariño sincero hacia su “cuñado”, palabra y rol que por su edad le queda grande, pero que deparará una sorpresa más adelante, cuando sobrevenga cierta ruptura. Matthew Goode (ese gran actor que brilló en Año Bisiesto junto a Amy Adams) interpreta a un Heck que se ve superado por las circunstancias, un hombre exitoso en su trabajo (es corredor de bolsa en la City londinense) pero que en realidad odia su actividad. Su sueño es escribir una guía de viajes, pero ha dejado ese anhelo oculto en su interior, respondiendo siempre al ‘deber ser’ social, a lo que los demás esperan de él. Pero por sobre todo es una buena persona, y eso se verá cuando deba tomar una dolorosa decisión acerca de su matrimonio.
        
    El filme acierta por sobre todo en el modo discreto y verista con que ilustra el desarrollo del romance entre Luce y Rachel. Que como ya apuntamos, va creciendo poco a poco pero sin que ninguna de las dos haga nada para avivarlo. Una de ellas, porque es conciente de que no puede ni debe romper una pareja (además de creer que no debe forzar a una heterosexual), la otra, porque no puede ni quiere herir a Heck y además le teme a lo que está sintiendo, le teme al qué dirán y a todas esas cosas que nos impulsan a no romper con nuestras rutinas aceptadas. Hay una escena genial, en la que todo esto se ilustra a la perfección, en la cual Rachel visita a Luce en su florería, completamente alterada y también envalentonada. Le espeta que ya no quiere verla, que no los visite en absoluto, que la está perturbando y toda esa cháchara. Luce está atónita, no entiende nada, ya que hasta entonces ha sido toda una dama y se ha guardado sus sentimientos por la recién casada.
Y de pronto Rachel deja de parlotear, mira a Luce  profundamente a los ojos y se arroja subrepticiamente en sus brazos, besándola apasionadamente. Parece que finalmente ha aceptado lo que siente en su corazón. Pero Heck llega al local, quiere hablar con Luce porque nota distante a su mujer y quiere saber si esta le ha confiado algo. La florista lo despacha con alguna excusa y vuelve a la parte trasera del local, donde estaban antes. Rachel se ha marchado por la ventana. La culpa y el temor pudieron más que unos instantes de genuina pasión. Parker ilustra estos momentos con un pulso sólido y sobrio a la vez, que escapa de todo lugar común, maniqueísmo o hipocresía. Su sensibilidad, ya lo dijimos antes, se pone de manifiesto en cada secuencia, y nunca — pero nunca— juzga a sus criaturas, a las que permite tomar tanto sus propias decisiones como actuar según la natural lógica de sus psicologías y comportamientos.
          
  En cuanto al reparto, dejamos para el final al dúo protagónico por sus excelentes performances. Luce está a cargo de Lena Headey, la maligna Cersei Lannyster de Games of Thrones, que aquí (unos añitos antes de la serie) aparece como pura dulzura, un personaje si no trágico al menos melancólico, que gana nuestras simpatías desde que aparece en pantalla. Por otro lado, la Rachel de Piper Perabo, la única yanqui del reparto, se roba cada plano y cada secuencia en que aparece. La actriz le imprime una vulnerabilidad sutil a su personaje, una cierta incapacidad para asumir desafíos que rompan con lo comúnmente aceptado, y a la vez permite que hacia el final veamos surgir de su criatura esa fuerza interior desconocida, la que la llevará a abrazar el desafío supremo: ser fiel a sí misma. Y por último tenemos a la talentosísima Celia Imrie (The Best and Exotic Marigold Hotel), quien con su experiencia y talento permite que no odiemos a su Tessa; en cambio logra que sepamos comprender cómo en realidad encubre sus insatisfacciones y derrotas bajo el manto de su irascible talante.
         
   Valdrá la pena entonces rastrearla por la web, buscar el DVD de Fox Video del 2006 o incluso comprarla en Blu-Ray, porque se trata de una impecable película capaz de movilizarnos, enamorarnos y plantearnos un par de sugestivas preguntas. De esas necesarias para madurar y seguir adelante. Que no es poco; y poco es mucho cuando se entrega en la dosis precisa. No se la pierdan.- 

            

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