Por Leonardo Tavani
Calificación: Buena (★★★)
SPIDER-MAN:
DE REGRESO A CASA
(‘Spider-Man Homecoming’),
USA, 2017. 133min. Dirección: Jon Watts– Guión: John Francis Daley, Jonathan M.
Goldstein, Christopher D. Ford, Chris McKenna, Jon Watts, Erik Sommers –Música:
Michael Giacchino - Elenco: Tom Holland, Robert Downey Jr., Michael Keaton, Marisa Tomei,
Jacob Batalon, Zendaya, y Jon Favreau.
En el presente, la
Gran Manzana está siendo azotada por delitos muy violentos que incluyen el uso
de armas con tecnología extraterrestre. Alguien las fabrica y se las vende a
los peores criminales. Un inmaduro Peter Parker, recién llegado de la confrontación
que se vio en ‘Capitán América: Guerra Civil’, se topa con la situación y
pretende solucionarla solo. No será tan fácil. Apenas lleva un tiempito
explorando su nueva vida como Spider-Man y la tutoría de Stark parece ser menos
beneficiosa de lo esperado. El adolescente se comporta como lo indica su edad,
y la supertecnología que el empresario pone a su disposición, como el caso del
ultra sofisticado traje arácnido, no hace otra cosa que convencer a Peter de
que vive en Disney. La realidad siempre es más dura.
Spider-Man Homecoming es el enésimo
reboot del personaje más amado por su creador, Stan Lee. Es una película mucho
más sólida de lo que se esperaba, aunque sufre de un problema repetido en casi
todas las últimas producciones de Marvel: el desequilibrio narrativo interno.
Este detalle importantísimo es la piedra angular del análisis cinematográfico,
e ignorarlo impide por completo la correcta interpretación de un film. En el
caso que nos ocupa, la friolera de seis guionistas para un único producto
indica claramente que no se tenía un norte claro al inicio del proyecto. Sin
embargo, el script definitivo, —o al menos lo que vemos en pantalla de él—, ha
resultado bastante coherente y se beneficia de la firme conducción del director
Jon Watts. Sin este piloto de tormenta la cinta recorrería caminos más
accidentados. Pero vayamos al punto. La vida social de Peter y su dualidad como
superhéroe no está tan bien integrada al relato como en la inmediata anterior
encarnación (The Amazing Spider-Man, 2012). Aquí encontramos al héroe en
plena posesión de sus habilidades, no se necesitan mayores explicaciones acerca
del cómo las adquirió. Pero si bien esto es un avance (¿para qué querríamos ver
una vez más el origen del chico araña?), por otro lado le quita organicidad al
relato. Todos sabemos de sobra que el joven huérfano se lanza a combatir el
crimen a causa del asesinato de su tío, algo que pudo pero no supo evitar. Esa
culpa lo obliga a madurar de golpe, elevándolo por sobre su condición de
adolescente. En esta nueva cinta no existe tal conflicto.
La tía May tiene ahora la sensualidad y belleza de Marisa Tomei (Mi Primo Vinny, 1992; Sólo Tu, 1994), actriz para la que el tiempo no pasa, y eso se tuvo en cuenta. La bella tía es o bien soltera o bien divorciada, no se clarifica esto en el film, pero de ningún modo una viuda reciente. Y esto diluye tanto su relación con Peter, que se torna menos maternal y más relajada, como la credibilidad acerca de las motivaciones del muchacho. Para colmo, desde el inicio vemos al chico retornar de su participación en la batalla entre los Avengers comportándose como un niño con juguetes nuevos. Okay, él tiene esa edad, lo entendemos, pero en Homecoming se nos sugiere que se lanza como héroe únicamente como imitación de sus propios superhéroes, los Avengers, y ello le quita tridimensionalidad y profundidad a su personaje. Por otra parte, el humor excesivo de la cinta conspira para profundizar este desbalance, algo que se patentiza en algunas secuencias que requerían de menos comedia y más de tensión dramática. La relación con su mejor amigo, —un personaje insufrible que es encarnado por un chico asiático y obeso para que Disney/Marvel cumpla con la cuota semestral de corrección política—, se torna patética por momentos y demasiado subrayada. Su atracción por la chica linda de la escuela (también incluida en la cuota mencionada), es pura nadería, pero adquiere significación cuando el espectador asista a una inteligente vuelta de tuerca que ni por asomo ‘espoliaremos’.
La tía May tiene ahora la sensualidad y belleza de Marisa Tomei (Mi Primo Vinny, 1992; Sólo Tu, 1994), actriz para la que el tiempo no pasa, y eso se tuvo en cuenta. La bella tía es o bien soltera o bien divorciada, no se clarifica esto en el film, pero de ningún modo una viuda reciente. Y esto diluye tanto su relación con Peter, que se torna menos maternal y más relajada, como la credibilidad acerca de las motivaciones del muchacho. Para colmo, desde el inicio vemos al chico retornar de su participación en la batalla entre los Avengers comportándose como un niño con juguetes nuevos. Okay, él tiene esa edad, lo entendemos, pero en Homecoming se nos sugiere que se lanza como héroe únicamente como imitación de sus propios superhéroes, los Avengers, y ello le quita tridimensionalidad y profundidad a su personaje. Por otra parte, el humor excesivo de la cinta conspira para profundizar este desbalance, algo que se patentiza en algunas secuencias que requerían de menos comedia y más de tensión dramática. La relación con su mejor amigo, —un personaje insufrible que es encarnado por un chico asiático y obeso para que Disney/Marvel cumpla con la cuota semestral de corrección política—, se torna patética por momentos y demasiado subrayada. Su atracción por la chica linda de la escuela (también incluida en la cuota mencionada), es pura nadería, pero adquiere significación cuando el espectador asista a una inteligente vuelta de tuerca que ni por asomo ‘espoliaremos’.
En cuanto al villano
Vulture, interpretado con astuta displicencia por un cada vez mejor Michael
Keaton, se vuelve un hallazgo notable para el film. Sus motivaciones son
realistas y estrictamente materialistas; sus acciones se fundan en la más
pueril de las revanchas y en la creencia de que debe proveer a su familia
echando mano de cualquier recurso disponible, aunque sea de índole criminal.
Está claro que en otras circunstancias este individuo pasaría como el más
adaptado de los ciudadanos, pero su realidad despierta ciertas fibras
sicopáticas en él, que lo tornan imprevisible. Se echa de menos más presencia
en pantalla de este gran oponente, que en cambio está saturada de chistes y
cameos de los otros Avengers, que pocas veces dan en el clavo.
Ahora bien, la
extensa parte final de esta historia es otra cosa. Cuando se devela por fin
aquello que no podemos revelar, incluso la actuación de Tom Holland adquiere
otra vibración. Hasta entonces su Peter Parker no sale de la medianía, —más
gracioso con la máscara puesta de lo aconsejable—, pero cuando el drama se
desate el actor mostrará que tiene pasta y fibra para el rol, adoptando la
gravedad y seriedad precisas. El epílogo es altamente disfrutable, porque
incorpora un sorpresivo giro en la conducta de Peter que lo ennoblece como
individuo e indica que comienza a madurar, aunque sea a los golpes. En
definitiva, Spider-Man Homecoming resulta un entretenimiento sin
pretensiones, que al adoptar una postura de menor compromiso dramático acaba
beneficiando a la película toda: más leve, más divertida y un poco siniestra
cuando es preciso serlo, es el producto que más se parece a la algo ingenua
épica de aquéllos cómics de los ‘60s, los que escribía Stan Lee y dibujaba
Steve Ditko. No apta para intolerantes al popcorn.-
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