Una distopía aterradoramente posible

Por Leonardo Tavani
Calificación: Muy Buena (★★★★)

¿Qué le pasó a lunes? (What happened to Monday?) G.B., 2017. 124 min.
Dirección: Tommy Wirkola –Fotografía: José David Montero – Música: Christin Wibe – Elenco: Noomi Rapace,  Glenn Close, Willem Dafoe,  Robert Wagner,  Pål Sverre Hagen, Chico Kenzari,  Adetomiwa Edun,  Lara Decaro,  Christian Rubeck.-

            En un artículo anterior[1], deslizábamos casi al pasar que las distopías futuristas se habían tornado tanto o más habituales que el cine de superhéroes y animación. Y claro está, la sobreabundancia conduce a la dilución argumental. Pero en el caso que nos ocupa, esta coproducción entre Inglaterra, EE.UU., Bélgica, Francia y Netflix resulta una gratificante sorpresa. Y una que bien vale una reseña.
            En un futuro cercano la sobrepoblación planetaria ha superado las previsiones de Malthus, y junto a una dramática disminución en la cantidad, calidad y capacidad de producción de alimentos, la vida en la Tierra se ha tornado inviable. Con la asesoría de una científica con aspiraciones de poder (Glenn Close), se implementa una política rigurosa y cuasi policial de un solo hijo por familia. Para los pocos audaces que excedan este número existe la opción ‘nada opcional’ de un sueño criogénico para cada niño, mediante una tecnología creada y patentada por la propia mujer de ciencia. Ahora bien, una joven muere al dar a luz nada menos que a septillizas. Su abuelo —(un impecable Willem Dafoe, exudando en cada plano la tortura interior que padece su personaje a causa de la vida que deberá brindarle a sus nietas—) las adopta, recluye y entrena a través de los años para vivir en la clandestinidad. Les ha dado a cada una el nombre de un día de la semana, y sólo pueden salir a la calle o la escuela de a una por día, el de su onomástico. Pero en el exterior se hacen pasar por Karen Settman, su extinta madre, y deben caminar sobre alfileres para que todas sepan hasta el más mínimo detalle de lo vivido cada día en el exterior, así su relevo puede actuar en la siguiente jornada como si fuera la misma y única persona. Cuando el espectador asiste a ciertos actos de crueldad cometidos por su abuelo, con el fin de evitar ser descubiertos y mantener la mascarada, verdaderamente le corre un frío seco por la espalda.


            Ya grandes, al tiempo que comienzan a surgir las tensiones entre las siete y la insatisfacción por la vida casi miserable a que se ven sometidas, cada una de ellas trabaja (recuerden, fingiendo ser la misma) en una importante corporación, la misma desde la que se controla férreamente la natalidad. Al atardecer del día homónimo, Lunes no regresa. Pasan las horas y se torna evidente que ha desaparecido. No pueden quedarse de brazos cruzados y una de ellas deberá salir en su búsqueda. Así comienza tanto la improvisada investigación como una cacería a las hermanas que se tornará feroz. Está claro que las han delatado, y en medio de esa pesadillezca persecución asistimos al descubrimiento de una conspiración aberrante; y la lucha por la supervivencia —o la tragedia que se cierne sobre las hermanas (tanto como la amarga verdad sobre alguna de ellas) —, servirá para revelar la aberrante miseria que ha caído sobre la humanidad por aceptar dócilmente soluciones inmorales, por muy bien disfrazadas de ética bienhechora que estén.


            A medida que la narración avanza el film despliega una atmósfera irrespirable, con una ambientación impecable, un detalle que es vital para una narración como esta. Tratándose de un mundo superpoblado y escaso de recursos, cada toma nos muestra astutamente gente apiñada, caminando a los trompicones, sin un resquicio donde no haya personas. Y del mismo modo las fachadas lucen derruidas, viejas y gastadas; las calles se ven atestadas y saturadas, carentes de toda belleza o siquiera mera funcionalidad. Por oposición, únicamente los edificios gubernamentales y la poderosa corporación que da empleo a la supuesta Karen Settman lucen brillantes y asépticos, plenas de gran tecnología y eficiencia. Pero no es la perfecta ambientación la que justifica los méritos de la cinta, sino el tenso crescendo del drama y la cacería, en medio de los cuales se yergue la figura de Jueves, la hermana rebelde y contestataria, quien deberá asumir un liderazgo no querido para salvar a las hermanas que pueda y resolver el misterio. La labor de la prestigiada Noomi Rapace, la inolvidable Liszbeth Salander de la trilogía ‘Millennium’, resulta en un tour de force sorprendente y difícil de olvidar. No se trata solo de la dificultad de interpretar a siete personas distintas en un mismo espacio, por caso, sino de la capacidad asombrosa de esta actriz sueca para brindarle a cada una su íntima gestualidad, un cariz peculiar y particular, —hasta miradas diferentes y respiraciones de diferente intensidad—, de modo que en pocos planos se logre que ya estemos familiarizados con todas y cada una de ellas, comprendiendo sus sicologías y personalidades. Y sus tensiones interiores.



            Del otro lado, la enorme Glenn Close ofrece su competencia habitual para encarnar a un ser complejo que oculta a un monstruo interior, disimulando su verdadera naturaleza con el altruista discurso de siempre, aquél que reza el tranquilizador “lo hago por la humanidad”. De todos modos su personaje padece de contradicciones (algo bienvenido en favor de la carnalidad de su criatura), en las que asoma un amago perturbador de conciencia, cosa de la que carece por completo su asistente personal, un sádico nazi que en la piel del actor Pål Sverre Hagen causa vero pavor. El film posee una estructura narrativa casi de relojería; jamás se excede en la cantidad ni intensidad de sus escenas de acción, que en esta ocasión son imprescindibles y funcionales al cuento, y los personajes con quienes se topa Jueves en su huida poseen tridimensionalidad y motivaciones creíbles.


            Se trata, en definitiva, de un film muy sólido tanto en lo narrativo como en lo visual, coherente en su propuesta y con un planteo distópico lamentablemente probable y posible, en sintonía con las claras señales de peligro del presente,  lo que causa no poca incomodidad en el espectador informado. Por lo demás, nos brinda un festival actoral de Rapace, actriz de innumerables recursos y dueña de una presencia en pantalla de infrecuente intensidad. Para no perdérsela.-
        
Disponible en Netflix y DVD



[1] Ver nuestra crítica a “Baby: El Aprendiz del Crimen”.-

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